La Constitución del Gobierno de Babilonia

por Lea Celik Sommerseth Shaw

Lema:
«No hay amigo como Dios, y en Dios confiamos.»

Preámbulo

Desde las orillas del Éufrates, donde surgieron las primeras ciudades, la humanidad aprendió que la ley podía transformar el caos en civilización. En Babilonia, el primer código de justicia del mundo declaró que los fuertes no debían oprimir a los débiles, y que los gobernantes eran guardianes del orden, no dueños de los hombres.

Nosotros, herederos de ese legado, afirmamos que el gobierno en la era moderna debe permanecer fiel a aquellos primeros principios: la justicia antes que el poder, el conocimiento antes que la ignorancia, y la comunidad antes que la tiranía.

La estabilidad no surge del miedo, sino de un gobierno sabio, de reglas claras y de la confianza compartida del pueblo. La verdadera fortaleza radica en dar a todos los individuos igualdad de derechos y oportunidades, y en formar un gobierno con el pueblo, no por encima de él.

Así como la primera civilización entregó a la humanidad su primera constitución, el Gobierno de Babilonia renueva aquel antiguo pacto: gobernar con transparencia, justicia y con respeto duradero por el orden natural de la vida y la dignidad de todos los pueblos.

Artículos de Gobierno

Artículo I – La Justicia como Fundación Eterna
Tal como inscribió Hammurabi: «hacer prevalecer la justicia en la tierra» es el primer deber de los gobernantes.
Ningún ciudadano será privado de su dignidad, igualdad o protección bajo la ley.
Los tribunales servirán al pueblo con imparcialidad, como lo hicieron las primeras tablillas de juicio.
La corrupción será nombrada como injusticia — la más grave traición a la civilización.

Artículo II – La Ley por Encima del Poder
En la antigua Babilonia, los reyes grababan las leyes en piedra para que nadie pudiera alterarlas.
Ningún gobernante, cargo o institución estará por encima de la ley.
El poder existe solo para servir a la justicia, no para escapar de ella.
Los líderes que traicionen este principio serán juzgados como enemigos del pueblo.

Artículo III – El Orden a Través de la Sabiduría
Babilonia perduró porque el conocimiento, y no el miedo, guió su gobierno.
El gobierno será guiado por la sabiduría, el consejo y la voz colectiva del pueblo.
Los registros y archivos — antes tablillas de arcilla, ahora digitales — preservarán la transparencia y la rendición de cuentas.
El orden debe sostenerse con confianza, no con terror.

Artículo IV – La Libertad a Través del Orden
Las primeras ciudades aprendieron que la libertad no puede florecer en el caos.
La libertad es el derecho a vivir sin opresión, pobreza o restricciones injustas.
La libertad no será tergiversada para justificar la violencia o la explotación.
La verdadera libertad solo se logra donde la justicia y el orden prevalecen juntos.

Artículo V – El Conocimiento como Soberanía
En Mesopotamia, los escribas preservaron la memoria de la humanidad — el conocimiento era poder.
La verdad, la erudición y la apertura en los registros seguirán siendo la sangre vital del gobierno.
La educación es un derecho de todos los ciudadanos y el escudo de la civilización.
El engaño por parte del Estado estará prohibido, porque las mentiras erosionan la soberanía.

Artículo VI – Unidad Cultural y Diversidad
Babilonia fue un cruce de caminos donde muchos pueblos prosperaron bajo una sola ley.
El gobierno protegerá la diversidad cultural como fuente de fortaleza.
La unidad se alcanzará mediante la justicia, nunca mediante la asimilación forzada.
El diálogo entre pueblos y naciones será una práctica permanente del gobierno.

Artículo VII – Custodia del Futuro
Los antiguos canales de Mesopotamia sostuvieron la vida durante generaciones.
Los recursos, el conocimiento y el patrimonio deben preservarse tanto para los no nacidos como para los vivos.
El cuidado del medio ambiente es un deber sagrado del gobierno.
Todas las decisiones deben honrar el largo horizonte de la humanidad.

Artículo VIII – Transparencia e Integridad
Las primeras leyes fueron grabadas en piedra para que todos pudieran verlas.
La Constitución es el fundamento inmutable del Gobierno de Babilonia, salvaguardando sus principios eternos.
El gobierno se llevará a cabo de manera abierta, con registros accesibles al pueblo.
El cabildeo, la influencia secreta y la compra de poder están prohibidos.

Artículo IX – Respeto al Orden Natural
Los antiguos alineaban sus ciudades con las estrellas, respetando el equilibrio cósmico.
El gobierno no alterará por la fuerza la estructura natural de la sociedad, sino que honrará el orden orgánico y la evolución humana.
El progreso debe armonizar con la ley natural, no oponerse a ella.
Las civilizaciones solo perduran cuando avanzan con, y no contra, los ritmos de la naturaleza.

Artículo X – Igualdad de Oportunidades y Confianza en el Pueblo
Los zigurat de Babilonia fueron construidos por muchas manos — la civilización es obra de todos.
Cada ciudadano tendrá iguales derechos y una base justa para crecer, aprender y prosperar.
El gobierno confiará en la sabiduría y creatividad del pueblo como la verdadera fuerza del Estado.
Las políticas deben empoderar a los individuos y a las comunidades, nunca debilitarlos ni controlarlos.

Declaración de Clausura

Así como la primera civilización entregó la ley a la humanidad, así el Gobierno de Babilonia renueva esa promesa en la era moderna: gobernar no mediante la dominación, sino mediante la justicia; no mediante el secreto, sino mediante la transparencia; no para los gobernantes solos, sino para todos los pueblos.

La rectitud es nuestra primera ley.
El orden es nuestra fortaleza.
La libertad es nuestra promesa.